matemáticos creen que la probabilidad de que Dios existe es mayor que cero.
17 junio, 2013 | Noticias Cristianas mujica.com
Poco tiempo después de formularse los problemas del milenio,
Grigori Perelman resolvía el primero de ellos y renunciaba después al millón de
dólares de recompensa para marcharse a un suburbio de San Petersburgo a cuidar
de su madre de 80 años.
El talentoso profesor pasaba de dar conferencias en las
más prestigiosas universidades americanas, a vivir con toda dificultad en un
pequeño apartamento de Rusia.
Desaliñado, con una larga barba y abrigos roídos,
Perelman se pasea por San Petersburgo huyendo de la fama como huyó en su
momento el genio del ajedrez Bobby Fisher, con el que se dice que puede
compartir enfermedad, una especie de autismo conocido como el síndrome de
Aspergen.
Sobre la vida ascética de Perelman y su intensa
religiosidad se han escrito tantas cosas que algunos han llegado a afirmar, a
raíz de las declaraciones de un supuesto amigo suyo de la infancia, que anda
tratando de comprobar matemáticamente la existencia de Dios, lo que habría de
ser su próximo descubrimiento.
Parece poco probable que un genio como Perelman gaste su
intelecto en tareas tan lejanas a las matemáticas pero es preciso recordar que
el matemático Blaise Pascal, esa brillante mezcla de místico y científico que
dio el siglo XVII francés, fue capaz de demostrar la conveniencia de creer en
Dios – que no su existencia – a partir del concepto de esperanza matemática.
Pascal decía que si otorgamos a la existencia de Dios un
valor cualquiera mayor de cero, tenemos cuatro posibilidades respecto a su existencia:
• Si creemos y Dios existe, tendremos una recompensa
infinita.
• Si creemos y Dios no existe, habremos perdido ciertos placeres terrenales.
• Si no creemos y Dios no existe, habremos ganado esos mismos placeres terrenales.
• Si no creemos y Dios existe, estaremos abocados a un castigo eterno.
• Si creemos y Dios no existe, habremos perdido ciertos placeres terrenales.
• Si no creemos y Dios no existe, habremos ganado esos mismos placeres terrenales.
• Si no creemos y Dios existe, estaremos abocados a un castigo eterno.
La esperanza matemática, que al fin y al cabo mide el
premio en relación a su probabilidad – con una probabilidad de que Dios exista
mayor que cero –, nos indica que la apuesta más favorable es la de creer en
Dios, pues nos otorga una recompensa infinita, frente a los placeres finitos
que vendrían de la no creencia.
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